Comentario
reflexivo individual sobre seminario de bioética:
Dilema
de la inmunización masiva.
Autor: Fernanda Pérez J.
La
inmunización se considera como uno de los grandes avances en la medicina
moderna, ha permitido mantener las enfermedades infecciosas bajo control
durante periodos prolongados, mejorando así, la calidad de vida y supervivencia
en las poblaciones. Sin embargo hace unas décadas surge la dudas sobre el uso
de un conocido persevante en las vacunas; timerosal, el cual se define como un derivado de
mercurio, uno de los elementos químicos mas tóxicos en la tierra después del
uranio. Su uso procede desde la década de los treinta, con la finalidad de antifungico
y antimicrobiano en los frascos de multidosis generalmente.
Múltiples
estudios se han realizado en torno a este tema, ninguno con respuestas
asertivas en su totalidad frente al problema planteado; verificar la relación
directa entre timerosal y daño neurológico. Los estudios no llegan a resultados
claros debido a encrucijadas de epidemiología y estadística. Sin embargo, los
antecedentes que existen sobre el actuar
en general del mercurio como agente tóxico biológico, nos brinda pistas frente
a las posibles consecuencias que podría tener este tipo de solución química en
inmunizaciones y es precisamente, por este motivo el que ha llevado a muchos
países europeos a retirar de sus
programas de inmunizaciones las vacunas con altas dosis de timerosal,
remplazándolas por bajas o nulas dosis.
La
controversia tiene abundantes aristas ricas en debate; no solo se considera una
hipótesis de daño neurológico en poblaciones de riesgos como lo son los menores
de edad, sino también como un debate económico en acceso a la salud, alterando
el principio bioético de la justicia. En chile, los niños del sector privado
acceden libremente a vacunas que pueden ser libres de este componente químico
con capacidad neurotóxica, solo deben cancelar el costo de $60.000 por dosis. Además no se les condiciona el acceso a otros
beneficios ni se ven obligados a ser vacunados. A modo contrario de lo que ocurre en el sector público; los menores de edad son vacunados bajo la
condición de limitar la entrega de leche, vulnerando el principio de autonomía
de los usuarios. Las madres acceden a vacunas con poca información sobre
posibles consecuencias y sin tener mayor elección que optar por las brindadas
en el servicio público.
¿Es
justo que los niños de mayor acceso social a servicios de salud puedan elegir
que vacuna ocupar? No, no es justo, según la constitución del estado de Chile,
TODOS somos iguales en acceso y libertad, sin embargo en este caso la libertad
no se ve respetada, no se respeta tampoco la autonomía que ahora se garantiza
en una ley ni tampoco es un acto digno de un profesional de la salud la
condicionalidad de la alimentación sea cual sea el motivo que quiera ocupar
para dicha acción.
Las
vacunas sirven como una manera de protección masiva en las poblaciones, lo cual es un bien mayor de no maleficencia
en acción. Protegernos unos a otros de posibles infecciosas que pueden ser
mortales en las poblaciones de menores de edad. Es imaginable pensar que es lo
que sucedería, si la mayoría de la población del servicio público comienza a
desistir de este beneficio no menor que se
entrega, quizás nos veríamos enfrentados a escenarios epidemiológico
distinto al que tenemos ahora, y lo que me hace pensar aún mas… ¿serían las
personas capaces de asumir su responsabilidad sobre el acto de rechazar la
inmunización. Serían capaces de asumir la posible muerte de un menor de edad
por una infecciosa que era prevenible por una vacuna a la cual no accedió por
miedo a un deterioro neurológico?
Es aquí, donde juega un rol clave el
consentimiento informado que no se tiene en práctica a nivel de atención
primaria. Los profesionales de la salud necesitan protegerse a si mismo y
validar además el derecho de autonomía de las personas bajo la información
correcta y mas actualizada frente al uso de este componente. Me parece relevante
el uso de consentimiento informado en los niveles de atención primaria, no solo
como una herramienta de protección a la autonomía, sino como también una forma
de protección al profesional de salud. Pero ante todo constituye un paso para
desarraigar el paternalismo en salud que está muy presente todavía en nuestra sistema.
Constituye un desafío no solo en educación, sino en cultura y en desarrollo
moral frente a como el propio individuo
asume y maneja las decisiones en su vida.
El
problema base en este dilema no es en sí el riesgo que posee el timerosal, eso
todavía no está confirmado en forma unánime, lo relevante aquí es como el
principio de justicia se ve vulnerando;
porqué unos pueden elegir y otros no, porque a unos se les condiciona otra
necesidad humana como es la alimentación y lo mas grave aún se les condiciona
la dignidad frente a un beneficio dejando a
un lado su autonomía. El proyecto de ley
(disminución de la dosis de timerosal) emitido el año 2010 busca
disminuir la brecha en acceso a esta inequidad de elección. Debemos ser justos
y poner en una balanza el bien de la comunidad contra la multiplicación de
infecciosas y posibles consecuencias neurológicas en ciertos grupos de niños
con mayor predisposición metabólica a toxicidad.
Informar
a los usuarios es la base para promover cambios, manifestarles el mejor conocimiento
y el respeto a una autonomía responsable; que promueva la libertad de
decisiones pero también la conciencia plena de las posibles consecuencias al
elegir un camino o el otro.
Abandonar
el paternalismo no es un camino fácil, promover cambios de visión y culturales
en salud es una gran misión y tarea de todos, solo así lograremos que los
usuarios hagan pleno derecho de sus deberes y derechos.
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