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COMENTARIOS
- Zahira Vargas G.
El acto de cuidar a
los demás responde a un llamado primitivo de supervivencia de especie, “cuidarnos unos a otros para sobrevivir y
seguir existiendo”; este acto se ve sostenido por cinco pilares, los cuales
son compasión, competencia, confidencia, confianza y conciencia que son propios
de nuestra disciplina. En el caso que nos correspondió analizar se involucran
de una u otra manera estos 5 constructos, pero prima el que dice relación con
la confianza.
Cuando una persona
decide otorgar confianza en estos casos corresponde a que esa persona está
decidiendo confiar en los cuidados que como profesional puedo entregarle, pero
también tiene que ver con la relación que se establece entre las diferentes
personas que forman una comunidad. Prima en este caso, pues es transversal a
los objetivos que se trazan y las intervenciones que servirán tanto para
prevenir complicaciones como para tener una mejor calidad de vida con el
entorno. Más concretamente, es esencial en este caso la confianza que tenga
Graciela con su familia y, en especial, con su madre. Lo correcto para el
profesional sería dar aviso de la situación, pero eso violaría la confianza que
la paciente deposita en él y, además, no soluciona nada, por lo que es
importante pensar antes de actuar y poner en la “balanza” la norma legal y lo
que necesita el paciente y decidir en base a la propia ética profesional
tratando de no pasar a llevar la norma legal.
- Daniela Jofré F.
El ser humano es un
ser único e irrepetible, es por esto que al tener contacto por primera vez con
una persona es fundamental realizar una completa valoración de la situación que
se presenta como también de sus valores, creencias, y forma que enfrenta el día a día. Lo que será muy útil en
la comprensión de los hechos, a pesar que no estemos de acuerdo con ellos.
Los constructos
éticos como la compasión, competencia,
confianza y confidencia son propios de nuestra labor y fueron
desarrollados según el caso anterior.
Donde el principal
constructo involucrado era la confianza, el que es fundamental mantener y
consolidar, entre madre e hija, en la pareja, y entre el profesional y el paciente. Si en este caso
el profesional de enfermería actuara
normado por la ley lo correcto seria informar a la madre sobre el estado de salud de su
hija, pasando a llevar la petición de la
menor de mantener la confidencialidad de su estado de salud. De este modo, la
toma de decisiones estar directamente relacionada con los principios éticos del
profesional.
- Jocelyn Milla C.
En
muchas ocasiones hemos aprendido a través de la teoría lo que conlleva el acto
de cuidar y lo importante que este acto
puede llegar a ser en nuestra práctica profesional. La ética del cuidado, es un
constructo teórico-básico, fundamental en nuestro quehacer profesional que
resalta la relación humana-emocional entre pacientes y nosotros como futuros
profesionales de enfermería.
A
través de un caso clínico, se pudo evidenciar de mejor manera como aplicar los constructos
éticos del cuidar, ya que dentro de los profesionales de la salud, muchas veces se
omiten, no por una falta de ética profesional sino que al profesional le
resulta muy difícil quizás
visualizarlos en el momento y aplicarlos de una forma más detallada, así lo
podemos ver
en muchas ocasiones, por ejemplo: en los médicos, que solo se dirigen a la
parte fisiopatológica,
olvidando muchas veces la parte humana de los pacientes. Por lo tanto, es
fundamental
que desde ya apliquemos los constructos éticos como una forma de optimizar y
afianzar la relación con nuestros pacientes, para que así nos permita de mejor
manera satisfacer
sus necesidades básicas como persona integral, entregar cuidados de calidad y óptimos, no
tan solo utilizando una técnica perfecta, sino que una atención humanizada.
- Fernanda Pérez J.
La ética del cuidado comprende el mundo como
una red de las que deriva el cuidado propio y de las personas que se encuentran
a nuestro cargo como una responsabilidad personal y social. Al interactuar con
cada paciente debemos reflexionar invariablemente en nuestros preceptos y
conceptos, nuestro trato hacia ellos debe ser con respeto a sus derechos
humanos, acompañando de nuestros principios morales. La honestidad y el respeto hacia nuestros semejantes son
fundamentales para mantener relaciones interpersonales satisfactorias y
enriquecedoras. La Ética comprende un universo de conceptos morales, de
integridad y de respeto hacia nosotros mismos. Por tanto, la ética refleja el
resultado de siglos de evolución y desarrollo en el ser humano, el
entendimiento y reflexión hacia el respeto al derecho ajeno.
Debemos tener presente siempre los constructos
éticos:
Compasión:
como fuente de acción para la realización del cuidado, conmovernos con al realidad
del otro con una mirada de superación y de devolver o ayudar a recuperar las
herramientas perdidas para su independencia.
Competencia: mantener las competencias
profesionales propias de la disciplina siempre presentes, pero también las
competencias interpersonales para la realización de un trabajo en equipo
dinámico.
Confidencialidad: mantener el secreto o la
privacidad de las personas sobre las cuales ejercemos el cuidado
Confianza; mantener un lazo comunicacional,
afectivo y dinámico con las personas que cuidamos, en la crisis que constituye
la enfermedad se requiere de un confesor, este principio va ligado fuertemente
a la confidencialidad, debemos ser el odio amigo que escucha, aconseja y no
juzga a las personas.
Conciencia; plena conciencia de nuestro rol en
lo profesional, en lo humano y en lo social, y de como nuestras acciones en el
cuidado de otro pueden perjudicar o favorecer su vida.
Teniendo en cuenta los pilares de la ética del
cuidado (los constructos) podemos realizar un cuidado consiente en el otro, no
mecanizado y especializado acorde a las necesidades de la persona atendida, logrando así un cambio
en su estilo de vida, pudiendo trascender con él/ella.
- Betzabeth Fuentes H.
La ética del cuidado se
basa en el querer recuperar la importancia de las dimensiones emotivas y los
sentimientos, de las relaciones y del interés, en la vida moral. Cosa
esencial o primordial tanto para la disciplina enfermera como para el día a día
de cada uno.
La gestión del cuidado,
si bien nos da la autonomía como profesional no debe ser algo mecánico; por el
contrario esos cuidados holísticos que podemos otorgar deberían ser adecuados según
las necesidades y al contexto de cada persona que se tenga que atender.
Por esto es que hay que
rescatar los constructos del cuidado, esos que determinan los valores que una
enfermera e inclusive cualquier persona podría cumplir. No sólo nos ayudan en
el quehacer de la profesión sino que también, nos ayudan en la deliberación de
los conflictos que se pueden generar.
Por tanto, es importante
que se utilicen los principios o constructos éticos de la ética de la mujer o
del cuidado y así; fomentar el cuidado humanizado, la confianza y relaciones
armónicas con las personas atendidas, personal y de nuestro entorno.
- Andrea López N.
En el ejercicio profesional se necesita tener virtudes y principios que
no se entregan en un aula, ni en una sala de hospital. Se necesitan aquellas
competencias humanas que se desarrollan a lo largo de la vida y que son
integradas a nuestro ser y quehacer profesional de acuerdo a las experiencias
de vida y principios éticos y morales
que nos gobiernan. Es a partir de esto que es nuestro deber desarrollar
virtudes que brinden una atención de calidad, integra y holística, estas son:
Compasión: Es la virtud de interiorizar él
padecimiento de otro ser humano y de vivirlo como si se tratara de una
experiencia propia.
Si uno se compadece del sufrimiento del otro no se queda sin realizar
alguna acción para apaciguar el dolor del prójimo, y se realiza toda acción que
se este al alcance para cambiar esta situación y brindar apoyo a la persona
basado en acciones .
Competencia: Sólo es posible cuidar
adecuadamente a una persona desde la competencia, desde el conocimiento de las
personas a nivel global, en todo aspecto y dimension. La competencia
profesional exige un profundo conocimiento de su disciplina y le exige capacitarse y formarse
continuamente
Confidencialidad: Es la virtud que mantiene los secretos y la
información de la persona solo en su memoria, y da la confianza que se mantendrán
donde la persona atendida estime conveniente y necesite.
Confianza: Fe en la persona que interviene, en su acción
y en el dominio que tiene n la materia, es necesario que el profesional de
garantías de esto, no sólo que sus palabras y gestualidad se vean reflejadas en
la eficiencia y eficacia de la acción que desarrolla.
Conciencia: Es tomar el peso de la
responsabilidad que se tiene a cargo, de las consecuencias que tienen las
acciones que se realizan , ya que la profesión tiene no solo un marco legal de
responsabilidades, sino también un marco moral y ético que nos guía y da piso
para conocer las limitaciones y accesos
que posemos, siempre en plena conciencia del rol y responsabilidad que se
posee.
Es entonces en base a estas virtudes, valiosas y amplias en concepto en
criterio, que requieren ser sujetas en una base ética sólida y consolidada para
brindar los cuidados y atenciones a quienes lo necesiten.
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