Ensayo reflexivo.
“Ética para amador”
Autor: Fernanda Pérez Jorquera.
“Solo el hombre es el porvenir del hombre”
Sartre.
Ética, palabra
ampliamente “lenguajeada” como diría Maturana, desde remotos tiempos para
griegos y romanos se volvió un tema de aquellos que me deja pensado, que me
hacen buscar dentro de mis actos algo
que justifique el porqué de ellos, no solo los de índole personal, sino también
los que nos envuelven como seres de sociedad. Para la filosofía la ética no ha sido un tema
menor, mas allá de cuestionarse el “ser” de las cosas y de la finalidad de la
existencia humana, se ha encargado de buscar ciertos lineamientos como bases de
toda las culturas, es aquí donde reluce desde los tiempos clásicos la palabra ética o como se diría en su lengua de origen «
ethiké », que deriva de «êthos»: carácter, modo de ser, morada, lugar
donde se habita, pero no se refiere precisamente a una casa o ciudad, se refiere a la morada
que soy, ¿pero qué tengo dentro de mi morada? – Esta pregunta sería fascinante
realizarla a modo de entrevista abierta a muchas personas -- ¿Cuál es mi ethos?
¿Lo que creo tener dentro de mí, corresponde a mis actos?¡He aquí el dilema!
Mi morada es la
cuna de la cual brotan todos mis actos y de como enfrento los actos que me
relacionan con los demás, en ella se
guardan “virtudes y vicios” como diría
Aristóteles, soy una pequeñas caja de pandora viviendo junta a otras cajitas,
dentro de nosotros habitan el bien y el mal, pero está en nuestras manos tomar
la libertad de quien queremos ser, pero solo podemos ser lo que somos si somos
libres. En este caso la libertad del hombre no es un privilegio, es un derecho
y deber, somos libres al momento de relacionarnos con otros, de poseernos a
nosotros mismos, de realizar actos en plena conciencia asumiendo los riesgos y
consecuencias como el capitán del barco que menciona el texto que analizaremos.
En este libro el
autor nos trata de dar desde su punto de vista una idea más clara de lo que se
tiene que hacer en la vida para aprovecharla lo mejor posible, tratando de
ahorrarnos posibles errores que podamos cometer en un futuro. Nos habla de la
ética de modo didáctico con ejemplos de la vida cotidiana.
La idea
principal del texto se basa en que somos libres para decidir lo que queremos
pero que no podemos manejar todo lo que nos rodea o sucede, pero si nuestras
reacciones frente a los dilemas que se
nos presenten. Nos compara con algunos animales para decirnos que al menos
nosotros podemos inventar y elegir en parte
nuestra forma de vida, pero los animales no tienen libertad, y hacen las
cosas por instinto, porque están programados para esa tarea y no lo pueden
cambiar. Siempre estoy enfrentada a elegir, pero está en mis manos optar por lo
que me es favorables a mi y a los que me rodean pero, como estoy en posesión de
estas elecciones e invenciones también me puedo equivocar. Para intentar evitar en la medida de lo
posible estos errores necesito fijarme bien en lo que hago y procurar adquirir
un cierto saber vivir que me permita acertar. A este saber vivir, es lo que llamamos ÉTICA.
Muchas veces se
nos plantean situaciones en las que tenemos que elegir, aunque preferiríamos no
hacerlo. También hay que reconocer que la mayoría de nuestros actos los hacemos
automáticamente sin plantearnos si hacerlos o no, porque estamos acostumbrados.
A esto se refiere precisamente con ordenes, costumbres y caprichos; las
primeras corresponde a las que muchas veces obedecemos sin cuestionarnos el
porqué de ellas, sabemos que están ahí y que debemos cumplirlas sino tendremos
un castigo o una recompensa. Las costumbres son aquellas que seguimos casi por inercia,
son parte de nuestra rutina y tiene
relación con la cultura en la que nos vemos envueltos, los dos primeros son actos que cuestionamos
poco y provienen de influencias externas a nuestro ser, en cambio el capricho
es algo que radica en mi, es el “quiero”, se puede relacionar con necesidades,
gustos propios, que muchas veces nos llevan a cometer actos poco pensados. El
autor nos hace una carta abierta a la reflexión ; “piensa dos veces lo que
haces”, frenar los impulsos, mirar causas y consecuencias, no solo personales
sino también incluir al mundo y especialmente a las personas que nos rodean.
Sobre “hacer lo
que queramos y “darnos la buena vida” son términos que cualquiera diría que nos
invitan a la eudemonía plena, pero no, hacer lo que queramos con nuestra
libertad se refiere a decidir y como diría Sartre; “El hombre
está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y
sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es
responsable de todo lo que hace”[1]
Debemos dejarnos
de órdenes, caprichos, costumbres y plantearnos las cosas desde dentro de
nosotros mismos: decidir qué hacer con nuestra vida; por esto, queramos o no,
somos libres y como somos libres estamos arrojados en este mundo para decidir
no solo por el destino propio sino también que nuestras decisiones afectan a
los demás. La buena vida no se refiere a darse una gran vida de placeres
auspiciada por los dioses del olimpo o tener como consejero personal a
Dionisio, se refiere a la dignificación del trato humano; “tratar a los demás
como humanos” ser capaz de relacionarnos
unos a otros, con fraternidad, comunicándonos verbal y no verbalmente. El
lenguaje cae aquí como la principal diferencia entre los animales y el humano,
este nos permite conocer las percepciones de la realidad que el otro símil
tiene de la vida, nos permite intercambiar ideas y generar discusiones frente a
un dilema, pero antes de relacionarnos debemos ponernos en el lugar de los
demás para poder entender sus acciones ya que al fin y al cabo debo entender (o
al menos intentar) al otro para poder relacionarme con él.
Sávater nos
manifiesta también que nuestra única obligación es “no ser imbéciles”, ¿Cómo no
caer en la trampa cotidiana de volvernos imbéciles? Adquiriendo conciencia,
apropiándonos de nuestra libertad tomando decisiones pensado dos veces, dejar
de lado los caprichos y costumbres, sentarnos a pesar si es que estamos
viviendo la vida o la vida se nos ha vuelto una simple rutina que nos mantiene
muertos mentalmente. Concentrándonos en la vida, para eso es la ética, para
vivir bien, no para pensar en morir bien. Solo así desarrollamos un gusto pleno
por la moral, logrando discernir lo que nos es bueno o conveniente y lo malo o
inconveniente.
A modo personal
este libro me ha llegado de manera sorpresiva en su forma narrativa, me
recuerda a mi formador en estos temas, que aunque esté viajando por el cosmos o
en el cielo me parece oír su voz por
medio de Sávater.
Como enfermera debo
preocuparme mas de la cuenta por estos temas, trabajar con la condición humana
y sus necesidades no es un trabajo menor, debo buscar trascender con la otra
persona en todas sus dimensiones, cuestionarme todo los días si mi labor está bien o es conveniente para la persona a
la cual estoy ayudando, no me cae en razón ver maquinas con uniformes
trabajando, lo que nos diferencia en cierta forma de aquellas máquinas es la
capacidad de ocupar nuestra libertad, tomar decisiones y aunque las personas
que ayudamos están quizás en una condición en la cual les es difícil decidir,
considero que como enfermera mas que imponer soluciones debo brindar las
herramientas necesarias, para que esa persona decida lo que es mejor para su
vida acorde a su holística. Volverme una fría máquina con uniforme azul (¡dios
mio es mi gran pavor!) me hace pensar en que hemos perdido el motor que nos une como especie, la empatía no solo
se basa en tratar de pensar como el otro y comprenderlo, sino mas bien de
acogernos unos a otros, de querernos y respetarnos por el simple hecho de ser
símiles a nosotros. Si yo no amo al que me rodea, no me interesa comprender su
mundo, no me importa su desarrollo espiritual, ni quiero compartir mi mundo con
él, es mejor que me retire de este camino.
Entre las
historias que he conocido en el hospital, a modo general me llama siempre la
atención ver la frivolidad con la que muchas veces se mira al dolor, no solo
físico sino al emocional. Recuerdo haber tenido en la sala un señor que se
quejaba bastante todo el día, la mayoría de las paramédicos se negaba a
asistirlo, de apoco comencé a mirar su actuar,
analizando y pensando estrategias para llegar sin ser un ataque a su
enojo, fue así como terminamos conversando casi una hora a ratos, logré abrir
el mundo que había dentro de él; un jardinero que había perdido a la mas
hermosa rosa de su jardín, su esposa, estaba enojado con el mundo,
especialmente trataba de comprender la crueldad de Dios por medio de largas
noches junto a botellas de vino y desolación, este hombre no solo tenia
acidosis metabólica, tenia un corazón al borde del colapso, caminando solo por
un desierto en el cual daba gritos de desesperación por medio de la apatía de su comportamiento.
Fue así como me propuse que además de hacer el proceso educativo y todos los quehaceres propios de la enfermería,
me decidí a hacer la intervención más importante dentro del área… escuchar un
corazón, y tratar de entender a ese hombre. Me he dado cuenta que muchas veces
creemos que con psicólogos, fármacos y
todo lo que tenemos a mano como ciencia sirve para curar, siendo que esto no es
así. ¿Podemos dar pastillas que borren recuerdos, alivien melancolía y nos
vuelva una maquina? He llegado a la fina conclusión que los corazones u almas
se sanan solo cuando otras almas se acercan a acariciarla, porque como me
enseñó mi viejo sabio; “con el corazón vemos lo que otros no”. A la mañana
siguiente de la interesante conversación, mi estimado gruñón despertó rodeado
de unos misteriosos ángeles de goma eva… pero esos ángeles no iban con las
manos vacías, llevaban pequeños carteles; fragmentos del relato entre principito y la rosa “ lo importante es el
tiempo que invertiste en tu flor”, fue así como este jardinero hizo las pases
con el universo y a modo de tregua con Dios decidió que la idea de plantar un
jardín como ofrenda en la iglesia no era mala estrategia; mas que mal a Dios le
importan mas las flores de un hombre al cual ama que al dinero que desprecia.
Pero ¿Dónde está la ética en este caso? Está en que como enfermera no pudo ser una
maquina de vestimenta azul que pasan sala por sala preguntando solo
tecnicismos. Es mi deber ético acoger no solo patologías sino PERSONAS que
tiene DOLORES, PENAS Y ALEGRIAS, tengo un semejante a mí en esa cama y por tanto merece la
dignidad de ser escuchado, acogido y respetado.
Pasando a algo
de mayor profundidad y menor alegría, me es un tanto ingrato relatar uno de los
momentos mas amargos de este año; por motivos accidentales donde todavía no
quiero encontrar culpables, sufrí un accidente cortopunzante con una paciente
VIH (+). Debo reconocer que fue la noche que menos he dormido en mi vida, me
sentía tal como moisés cruzando un mar Rojo donde era perseguida por un faraón
cruel y despiadado, solo mi fe me mantuvo en pie esa noche. Afortunadamente me
brindaron el apoyo necesario, tomé el tratamiento retroviral y debo decir que
fue una gran batalla la cual agradezco, me hizo pensar mas de la cuenta todo,
valorar lo que me rodeaba y darme cuenta que la vida es corta. Agradecí esas
noches de dolores de estomago que jamás había tenido, agradecí la experiencia
de poder estar en los zapatos de otro, de que el destino, Dios o lo que rija
este universo me había considerado lo bastante fuerte para llevar esta cruz y
ayudar a una valiente mujer a llevar la suya también.
Mas allá del
torbellino de emociones por ahora me remitiré a lo ético que me convoca; ¿es
correcto que como estudiantes puncionemos mas de 2 veces pacientes con VIH que abandonan el
tratamiento reiterativamente y mantienen cargar virales muy altas? Sé que es
baja la probabilidad de contagiarse por esta vía, pero el temor siempre existe
y queda latente. ¿Cómo debería actuar la docente en estos casos? , ¿Debería
existir un protocolo en la atención de estudiantes a estos pacientes? ¿Cual es
la línea fina que marca la discriminación de la protección? Mi reacción primera fue seguir el tratamiento
retroviral al pie de la letra y lo pasé bastante mal pero así y todo me di el
valor de ir a visitar dos veces a mi
estimada amiga al hospital, siempre me recibía con una sonrisa a pensar de su
deplorable estado, aceptaba mis regalos con humildad, no llevaba grandes
presentes pero cosas que ambas compartíamos como las artesanías, los perfumes y
una buena conversación sobre lo lindo que es el Perú… no eran mas de 15 minutos,
pero conocí su historia en profundidad, y me parece injusta, creo que es casi
un delito que quede en silencio su vida, quizás esto debía pasarme ya que su
relato cayó en manos de una improvisada amante de las letras que puede hacer
inmortal su testimonio.
A modo de conclusión,
me gustó bastante la lectura, un verdadero privilegio leer a este tipo de
autores y conocer sus perspectivas, mas aun poder dar mi reflexión sobre el
tema: la bioética es fundamental para mi desarrollo profesional, busco
dignificar el trato humano por medio de la toma de decisiones en conjunto con
las personas que me rodean, defender siempre la vida, el amor, piedad y empatía
con los demás. Las necesidades de los demás son mis necesidades y trabajar por
el bienestar de los demás es mi propio bienestar, sembrar paz y amor es el
camino que elegí en esta vida, una ruta difícil pero a la que no renunciaré,
tengo grandes sueños que cumplir no solo míos, sino que involucran a los que me
rodean, aún se puede salvar un poco de esperanza en esta tierra, elegí la
enfermería como una herramienta de vida para mejorar no solo la mía , también
la de los demás y crecer juntos para llegar a nuestro máximo potencial y como
es un elección hago uso de mi libertad para decir, si acepto “SER” ENFERMERERA.
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