“Es
mejor saber después de haber pensado y
discutido que aceptar los saberes que
nadie discute
para no tener que pensar” Fernando Savater.
Ensayo reflexivo:
“ÉTICA PARA AMADOR” Fernando
Savater.
Autora: Zahira Vargas G.
Como bien lo relata el autor; hay cosas que nos
convienen y otras que no. Que sean o no convenientes las hacen ser buenas o
malas según las reglas socialmente impuestas o por simple cultura. Nos dice que
somos libres de hacer lo que queramos y, por ende, de elegir el tipo de vida
que nos sea más sentador. Sin embargo, se suele
vivir en torno a costumbres, a normas y, generalmente, por un fin que
constituirán los límites de esta libertad; esta forma, este saber vivir con
aciertos, este arte de vivir que
menciona Savater es lo que denomina Ética.
Ahora bien, si el fin en torno al cual gira nuestro actuar se considera de real
importancia por ser ambicioso, propio, intransferible y encierra la
autorrealización del sujeto… ¿Se tendrá toda la libertad en la realización de
dicho proyecto? ¿Cómo emplear bien la libertad que tenemos?. En el ámbito de la
Enfermería que es muy riguroso en impartir sus normas y enseñanza… ¿De qué tipo
es la libertad que se tiene como persona?.
En este libro el autor nos enseña la idea que tiene
para aprovechar al máximo la vida, tratando, al mismo tiempo de cometer la
menor cantidad de errores. Empieza por aclarar que no podemos hacer cuanto
queramos, pero sí podemos decidir si llevar a cabo o no determinada conducta y
también tenemos la opción de decidir cómo responder a las consecuencias que
esta conducta trae para nosotros, aunque esta “garantía” tampoco asegura el
éxito en la empresa, sino que nos asegura que mientras más capacidad de acción
tenemos en torno al objetivo deseado obtendremos mejores resultados de nuestra
libertad que se basa, finalmente, en la capacidad de elegir, al menos en parte,
la forma de vida que queremos seguir (no así los animales que no pueden hacer
otra cosa que actuar por instinto de supervivencia).
Luego nos plantea que existen situaciones en las
cuales tenemos que elegir, pero que la mayoría de nuestros actos son
automáticos –de costumbre- y se llevan a cabo sin plantearnos el porqué de su
ejecución; surge entonces el concepto de orden que nos obliga a actuar para
evitar conflictos. Se tiene en esta parte que las órdenes y las costumbres
son impuestas por entes externos, no así los caprichos que son aquellas acciones que adoptamos por mero gusto y
satisfacción personal.
“HAZ LO QUE QUIERAS, DATE LA BUENA VIDA”… somos
libres, entonces ¿por qué no?... Porque libertad no es sólo hacer algo sino
darse cuenta de la acción que estamos tomando, por lo que hay que pensar
exhaustivamente en los motivos que nos guían y permitirnos libertad para
cambiar de opinión y esto será válido para órdenes, costumbres y caprichos,
salvo que las dos primeras están íntimamente ligadas a la moral y pueden
incurrir lo no moral lo cual, a su vez, variará según contexto y libertad de
otras personas. Se plantea que para darnos la buena vida se debe dejar de lado
las órdenes, caprichos y costumbres y escuchar nuestro interior para lograr
hacer de nuestra vida lo que queramos. En eso somos libres. Sin embargo vivir,
no sólo implica vivir, sino que es hacerlo bien: darse una buena vida en los
ámbitos humano y racional y para ello es fundamental la relación humana con nuestros pares y la idea de
la infinidad de la vida, saber que la vida no es sólo un momento, sino que trae
consecuencias que también se viven sea tarde o temprano, sean éstas buenas o
malas. Para esto –dice el autor- es
esencial reflexionar sobre nuestras conductas hacia los demás –quererlos y
respetarlos para que también nos quieran y respeten-, y sobre la actitud de sencillez que debemos
adoptar en las complicaciones que nos presenta la vida que para ser buena
requiere que quien la viva lo haga convencido de que no todo da igual, aunque
la vida misma termine antes o después. En este aspecto no debemos limitarnos a
comprender porque esto es bueno (o malo, según la opinión de cada quien), sino
porqué hará que nuestra vida sea buena; y recordar que somos libres en esta
tarea y nadie más lo puede ser por nosotros.
Cuando “APARECE PEPITO GRILLO” nos dice la única
obligación que tenemos en esta vida es no ser imbéciles que – aunque existen de
variados tipos- tienen una característica en común: necesitan la ayuda de algo ajeno a la libertad lo cual acabará
por hacer que se cansen de sí mismos por no conseguir una buena vida. Por esto se debe intentar no ser imbécil, es decir,
tener conciencia; se debe poner atención en nuestras decisiones, desarrollar el buen gusto moral para y evitar
los remordimientos que, aunque sea un directa expresión de que existe libertad,
también constituye un descontento hacia nosotros mismos. Pero, ¿puedo culpar a
otro por lo que hago mal y quedarme sólo con aquello que hago bien para así ser
siempre libre?... No, lo que se debe es tratar de ser responsable lo que
implica cargar tanto con el orgullo de lo que realizamos bien como con la culpa de lo que hacemos mal.
Mientras más decisiones tomemos (ser libres) adecuadamente, seremos cada vez
más responsables.
La ética se ocupa, en términos simples, de cómo vivir bien la vida humana, es decir, cómo vivir rodeado de otros humanos con quienes compartimos claras semejanzas, mas no las asociamos con el comportamiento que debemos tener con ellos, si considerarlos buenos o malos en la primera instancia. La narrativa nos hace una invitación a no pensar si la conducta de los otros humanos es buena o es mala, sino a pensar que es tan humano como nosotros y que en ausencia de ése u otros humanos no viviríamos humanamente como lo hacemos y para vivir entre humanos debemos, primero, ponernos en su lugar para tratar de entender cómo piensan y porqué hacen lo que hacen para tratarlos compo personas iguales.
Un tema que está siempre en boga es el sexo. Quienes
se jactan de ser morales y hablan de ello se refieren a éste como un acto
inmoral, ven el placer como inmoral (“vivir
bien es pasarlo mal”), pero, de nuevo estamos frente a la libertad de optar
a algo que se puede tener así como también somos libres de disfrutar de otros placeres
que nos otorga la vida. Personalmente, creo que es crecer como persona libre el
hecho de saber disfrutar de lo que está a mi alcance, pues nos hace felices y
puede ser una buena forma de vivir bien, pero, por supuesto, hay que controlar
los placeres para que éstos no se vuelvan contra nosotros y/o puedan producir
algún daño a otra persona.
Finalmente, se hace un paralelo entre la política y la
ética pues se dice que las dos buscan una mejor forma de vida; lo ético nos
enseña a escoger lo más conveniente y la política organiza la sociedad para que
cada quien pueda elegir lo que más le conviene; si hablamos de libertad, los
dos conceptos la atañen, pues la ética trata de lo que cada humano hace con su
libertad y la política se ocupa de lo que un grupo de humanos hace con sus
libertades y debe respetar lo más
posible todas las formas en que se presente la libertad, por lo tanto debe
tratar a las personas como personas y ponerse –de la mejor manera posible- en
el lugar de cada quien respetando así sus formas de actuar y sus intereses. A
eso se le llama justicia. Eso básicamente.
Para profundizar la idea puedo decir que cualquiera
(la política en este caso) que se preocupe por la buena vida debe establecer
principios básicos como son la justicia y la libertad lo que ha quedado
plasmado en el intento por establecer normas que se dicen básicas como son los
derechos humanos o las diversas formas de política que encierran una idea
compartida por la libertad de un gran grupo de personas. Lo importante en este sentido
es no convertirse en un fanático de normativas generales, sino más bien crear
nuestro propio concepto de política – ética que nos permita ser libres sin
dañar la libertad de los demás, siendo solidarios y así ayudarlos y ayudarnos a
nosotros mismos.
En la práctica de una disciplina tan estricta como lo
es la Enfermería, no es fácil aplicar la ética en términos de la libertad que
supone; ponerla en práctica tiene un implícito multifactorial en el que
influyen la cultura, las normas, el propio ser de quien la practica y el propio
ser de quien recibe los cuidados gestionados. Como futura profesional considero
que los factores expuestos no son limitantes, sino más bien desafíos que se
deben empezar a concretar desde la misma enseñanza y, aunque no es fácil,
tampoco es imposible. En la experiencia clínica vivida hasta el momento me he
encontrado con docentes que imparten su enseñanza a través de sus propias
vivencias y formas de pensar; tratan de impartir conocimientos desde su propia
forma de ser y hacer y eso resulta incómodo cuando la forma no es compartida
(lo cual sucede la mayor parte de las veces), pero ¿es ético que el docente
evalúe según lo que él cree que es o
no correcto?. A mí me parece que no, pero nada se puede hacer, porque como
estudiante sería una falta de respeto hacerlo notar. Me sucedió, por ejemplo,
estar a cargo de dos docentes en diferentes rotaciones de una misma cátedra y
la primera pensaba que “claro, ella no es como yo, por lo tanto hace mal las
cosas” y la segunda pensó “tiene su propia forma de hacer lo correcto, quizás
se demora más, sin embargo es lo que la convierte en un ser pensante y no
automático”… la evaluación de todas formas no fue como la esperaba y me
reproché una y mil veces el hecho de “hacer mal las cosas”, sin embargo,
siempre surgía en mí en planteamiento… “no le hago daño al paciente, el
paciente está feliz…me desvivo por su bienestar y por su seguridad…y eso no lo
hago por una nota, sino por la persona en sí”. Fue una pasantía eterna, mas
enriquecedora para mí como persona, pues aprendí a valorar el estricto sentido
que tiene hacer el bien desde una
perspectiva que no fue guiada por un docente; muchas veces pensé “al diablo la
nota, los profesores…es mi manera de hacer las cosas y la sustento en
conocimientos, valores y en el bien mismo de la persona atendida”. Me arriesgué
a reprobar –es cierto-, pero crecí enormemente como persona y como futura
profesional. Ahora bien, ¿dónde está el dilema ético?... en que mi situación
dependía estrictamente de la libertad de
acción y pensamiento de otras personas (las docentes) y yo debía elegir
entre actuar como ellas esperaban y sentir que lo estaba haciendo realmente mal o hacer caso a mi propia
forma de practicar la Enfermería. Los docentes en muchas oportunidades no son
justos, ni dan libertad de expresión y de ninguna forma se ponen en lugar del
profesional en formación. Es por esto que considero necesario emprender el
camino a través de la enfermería con un stock
de valores firmes y un carácter que incentive el propio crecimiento
personal y la responsabilidad por hacer siempre lo mejor y estar constantemente
evaluando el propio desempeño.
A modo de conclusión y en base a la experiencia
personal planteada, puedo decir que, hasta el límite de lo posible como
estudiante, trataré de tomar y hacer caso a mi libertad la que irá acompañada
del estricto rigor que implica hacerse cargo de las propias acciones; tener la
seriedad de compromiso con ellas para ser justa con la condición de SER HUMANO,
pues necesitamos de esos otros seres humanos para engrandecer nuestra propia
condición de ser tales, pues la enfermería
no es sólo poner bien un medicamento, ni respetar los horarios de los mismos,
entre otras, sino que conlleva la oferta de un cambio de actitud a quien recibe
los cuidados… puedo cambiar, al menos en parte, el “mundo” de la otra persona o
esa persona puede cambiar el mío a través de sus vivencias; se establece un
vínculo increíblemente estrecho en el cual intervengo en un ser humano que me
ve como un ser profesional por lo que DEBO devolverle la mirada de SER PERSONA
antes que todo y eso… Nadie me lo enseña, ningún docente al menos.
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