ENSAYO: ÉTICA PARA AMADOR, FERNANDO SAVATER
El
hombre, el ser humano que se caracteriza por ser intrínsecamente biológico al
igual que los animales,
sin embargo, se diferencia de éstos últimos por su capacidad de abstracción, de
razonamiento y de discernir bajo su libertad lo que es conveniente o no. Como
el ser humano es un ser social – está humanizado – se compone de una serie de
comportamientos que puede estar influenciados por una orden, rutina o un simple
capricho. Y aquí va el meollo del asunto, la capacidad de razonar si lo que
escogió por hacer es congruente con lo que desea para su vida.
La ética se encarga del
estudio racional de; la moral, virtud, deber, felicidad y – de lo que trata el texto – de la libertad y
buen vivir. Pero, la ética según Savater es definida como el arte de vivir, pero
¿cómo se debe vivir? ¿Buen vivir o vivir bien?
Para un vivir bien o darse
la buena vida hay que hacer uso de la propia libertad o sea, hay que decidir y
darse cuenta que se está decidiendo. Pero ¿Somos todos realmente libres,
capaces de tener consciencia y ser responsable de los propios actos? Todos
tenemos esa capacidad de abstracción, es más la sociedad vive en libertad pero,
en una libertad restringida, es decir, que es capaz de decidir por lo que
encuentra moralmente correcto, pero es dependientes o limitado por algo o
alguien.
El hombre como ser social
requiere del trato humanizado del otro, el hombre como ser social no puede
aislarse y ser ermitaño, porque va en sí el generar relaciones interpersonales
o sea, cada uno de nosotros es dependiente del otro por lo que su libertad
llegará hasta que no sobrepase a la de otra persona. Su libertad se basa en el
apego, necesidad de los demás. “Es la
debilidad del hombre lo que le hace sociable; son nuestras comunes miserias las
que inclinan nuestros corazones a la humanidad; si no fuésemos hombres, no le
deberíamos nada. Todo apego es un signo de insuficiencia: si cada uno de
nosotros no tuviese ninguna necesidad de los demás, ni siquiera pensaría en
unirse a ellos...” (Jean-Jacques Rousseau, Emilio)[1]
La mayor complejidad es que
las personas no son cosas, somos personas capaces de sentir, pensar y decidir.
Si las personas fuésemos utensilios, con lo que las cosas pueden darnos nos
bastaría. Pero esto no es así, no somos objetos por lo que necesitamos de “cosas”
que éstos no tienen. Por lo mismo, cuando se trata a las personas como objetos
se reciben cosas de ellas. Un ejemplo práctico de esto es cuando se trata a la
persona como si fuera una enfermedad y no un ser que tiene nombre y apellido,
lo único que se recibe es la recompensa del dinero.
Recuerdo mi infancia con
falta de relación/apego con mi madre por sus extensas horas de trabajo y viaje
para llegar a casa. Recuerdo que cuando sucedía algo importante en mi vida o
algo con mérito a ser relatado por una infante a quién recurría era a mi padre
porque, era quién cumplía con un doble rol – no solo era padre sino que,
también fue como una mamá – en esos entonces, mi madre se veía afectada porque
yo no la trataba como una real madre sino como, una mujer que existía y ayudaba
a mantenerme satisfecha. Hoy en día, comprendo que sí hizo falta de su
presencia, del afecto y cariño. Hoy en día, me doy cuenta que somos dependiente
del otro.
Si incurrimos en una
relación deshumanizada durante el desarrollo de la vida – cualquier sea su
ámbito – no se está ejerciendo un vivir bien. En consecuencia, es importante
que se establezcan relaciones interpersonales y se sea consciente de quién es
él otro. Por ejemplo, en el área práctica profesional que se identifique a la
persona por nombre por nombre y apellido,
que se sea empático y uno sea capaz de ser justo con cada persona. Vivir bien
está sustentado por ser humano, lo que conlleva la felicidad. “Y así, nada es más útil al hombre que el
hombre; quiero decir que nada pueden desear los hombres que sea mejor para la
conservación de su ser que el concordar todos en todas las cosas, de suerte que
las almas de todos formen como un sola alma, y sus cuerpos como un solo cuerpo,
esforzándose todos la vez, cuanto
puedan, en conservar su ser, y buscando todos a una la común utilidad, de donde
se sigue que los hombres que se guían por la razón, es decir, los hombres que
buscan su utilidad bajo la guía de la razón, no apetecen para sí nada que no
deseen para los demás hombres, y, por ello, son justos, dignos de confianza y
honestos.” (Spinoza, Ética)[2]
Nosotros, los seres
humanos, nos caracterizamos por tener un motivo – razón para hacer algo – para
actuar pero, se pueden clasificar en órdenes – te mando a hacer esto… – en los que se repiten casi sin pensar, o porque
es un comportamiento habitual en los demás, costumbres, y por último el
capricho que es, el que apetece en cierto momento. Las órdenes y costumbres
tienen una fuerza en común, vienen de fuera y se imponen sin permiso.
La libertad va en escoger
si obedecer o no una orden, si hacer algo o no por costumbre o por cultura, no
obstante, el dilema es ¿qué pasa si no lo hago? ¿Qué sucederá si no obedezco la
orden de un superior? ¿Qué es lo que sucede si se desobedece? Es aquí cuando la
libertad está limitada por factores externos por ejemplo, por el miedo al
castigo.
Durante Alemania Nazi o más
pronto a la realidad de nuestra nación durante el proceso de dictadura con A.
Pinochet se realizaron órdenes moralmente incorrectas, más de un soldado debió
pensar en su familia o hijos mientras asesinaba a esas personas, hacía
consciente el acto en el que él concurría, sin embargo, eso no fue suficiente
para que dejara de hacerlo, siendo correcta o no la orden la realizó igual
porque, podría tener miedo a la consecuencia de su desobediencia, no escogió
por ser libre sino por lo que le podría suceder.
Si sigo con el mismo
ejemplo, esa persona es posible que al día siguiente tuviese remordimientos,
sentimientos de culpabilidad que provienen de la libertad según Savater. Somos esclavos
de las circunstancias cuando nuestros actos no son precisamente gloriosos.
Tomarse enserio la libertad, es ser responsable del propio acaecer. Lo serio de la libertad es que tiene efectos
indudables, que no se pueden borrar a conveniencia una vez producidos. Es
entonces aquí, cuando nuevamente nuestra libertad se ve atada por el
remordimiento, por el “media culpa”.
En este contexto se emplea
la palabra responsabilidad, quién es sabio de emplear su libertad siempre
estará dispuesto a responder de sus actos. Creo que, este es un concepto
fundamental para el vivir bien y más aún para la vida en sí.
La responsabilidad debería
ser un valor que se deba ejercer en todo momento, en el diario vivir, es decir,
desde mis actividades rutinarias, universitarias hasta mí ejercer profesional.
Por ejemplo, sería moralmente malo que no me hiciera responsable de una falta o
un error durante la práctica profesional. No estaría ejerciendo de una forma
constante la libertad, por lo tanto, tampoco un vivir bien.
La ética, el arte de vivir,
para Fernando Savater se basaba en el lograr vivir bien por medio de la
libertad, el humanismo, respeto, responsabilidad, consciencia, un sinfín de
conceptos que describe a lo largo del libro. Sin embargo, a mi parecer la
libertad en algunas ocasiones se ve coartada por factores extrínsecos.
No obstante, lo interesante
aquí es el discutir como llegar a vivir moralmente bien por medio de las
acciones y pensamientos que se tienen. Para esto destaco algunas cosas: tratar
al otro como una persona, respeto, responsabilidad, consciencia, amor y
felicidad. Creo que son conceptos claves que nos llevarán a tener un vivir
bien, por el hecho, de que tú y yo somos un ser social que depende de valores,
ideales y de otro que le de afecto, cariño o amistad. Conceptos claves que
equidistarán para lograr la felicidad.
Alguien se preguntará ¿y cómo lo llevo a la praxis? Bueno
pues, creo que tratando con amor y respeto a las personas es tener un trato
humanizado. Ser consciente de mis propios actos y responsables de ellos en todo
momento, pensar antes de actuar y hablar. Creo que a nadie le gustaría ser
discriminado por su forma de ser, por su color, por su orientación sexual, ni
modo por cualquier cosa que sea parte de uno. Creo que no puedo ser intolerante
con el otro porque yo tengo mis diferencias y el otro las suyas por lo mismo
hay que respetarlas y tolerarlas para así vivir en armonía. Creo que a nadie le
gustaría que lo utilizaran con un fin y después sea desechado como una cosa por
lo mismo, es bueno que los lazos afectivos entre personas existan y sean
aplicados. Creo que hay que ser consciente de nuestros actos por algo, nos
diferenciamos de los animales que sólo actúan por instintos. “…Precisamente la ética lo que intenta es
averiguar en qué consiste en el fondo, más allá de lo que nos cuentan o de lo
que vemos en los anuncias de la tele, esa dichosa buena vida que nos gustaría
pegarnos. A estas alturas ya sabemos que ninguna buena vida puede prescindir de
la cosas pero aun menos puede pasarse de personas. A las cosas hay que
manejarlas como a cosas y a las personas hay que tratarlas como personas: de
este modo las cosas nos ayudarán en mucho aspectos y las personas en uno
fundamental, que ninguna cosa puede suplir, el de ser humanos…” (Savater,
Ética para Amador)[3]
Cosas simples con valores
mínimos llevan a la felicidad y ayudan en cierto modo a ejercer nuestra libertad.
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